Una voluntaria encuentra comunidad y una rutina significativa en el Kindness Cafe

Un par de días a la semana, los clientes de nuestro Kindness Café pueden ver a la voluntaria Emily ayudando a servir la comida o trabajando entre bastidores para preparar los platos. Aunque llevaba tiempo interesada en participar, Emily nos cuenta cómo una inesperada pérdida de trabajo la llevó a ser voluntaria y describe lo que hace que siga viniendo.  

Gypsy Walukones, Directora de Comunicación, se puso en contacto con Emily para conocer mejor su experiencia. Las respuestas se han editado para mayor claridad.

 

¿Cómo conoció Ballard Food Bank? ¿Qué le llevó a ser voluntario aquí? 

Mi marido y yo nos mudamos a Ballard el verano pasado. Nos encanta explorar el barrio de Ballard, sus restaurantes y cervecerías. Pasábamos a menudo por delante del banco de alimentos, y siempre me interesó participar en él para devolver algo a nuestra nueva comunidad. 

Tras ser despedida de mi trabajo en noviembre, perdí abruptamente toda estructura en mis días. Empecé a colaborar con el banco de alimentos para mantenerme ocupada mientras buscaba una nueva oportunidad laboral. Lo que no sabía era hasta qué punto esta nueva implicación me aportaría todo lo que me habían quitado del día a día tras el despido. El voluntariado en el banco de alimentos me ayudó a crear una rutina semanal constante, me proporcionó interacciones sociales positivas con el personal, los voluntarios y los clientes, y me recordó mi pasión por la justicia social y la inclusión. 

¿Qué cosas le han sorprendido de lo que ocurre en el banco de alimentos?

¡La increíble comida del Kindness Cafe! Estoy impresionada con la variedad de comida que el equipo de Kindness Cafe prepara cada día. Como voluntaria de la cafetería, sé el tiempo que se dedica a crear un menú que satisfaga las diferentes necesidades dietéticas de todos. No solo proporcionamos a la gente una comida caliente y nutritiva, sino también un entorno acogedor en el que sentarse y conectar con la comunidad. 

 

¿Puede contarme alguna interacción o relación memorable que haya tenido con los clientes del café durante su tiempo como voluntario?

Emily sonríe en el mostrador de la cafetería durante un turno de voluntariado

Cada día estoy agradecida por los huéspedes con los que interactúo y que vienen al Kindness Cafe. Aunque me encanta cocinar y preparar la comida que servimos en el café, mi verdadero lugar feliz es cuando estoy al frente de la casa interactuando con nuestros visitantes. Ya sea dando la bienvenida a los huéspedes que regresan, describiendo un nuevo elemento de menú que alguien no ha probado antes, o explicando nuestro menú a los huéspedes por primera vez, es lo que me impulsa a ser voluntaria en el banco de alimentos.

Un momento destacado fue cuando reconocí a un cliente habitual y me aseguré de que su pedido de café (2 azúcares y 3 cremas) y su pedido de ensalada (sin aliño) estuvieran listos para cuando llegara a la primera fila de la cafetería. Siempre recordaré nuestra breve pero memorable conversación. Mencionó lo especial que se sentía porque alguien se hubiera tomado la molestia de acordarse de él y de su pedido. Se notaba que le había alegrado el día.

Esto es lo que llena mi copa cada vez que vengo al banco de alimentos como voluntaria. No se trata sólo de hacer que la gente pase rápidamente por la cola y entregarles la comida. Son las pequeñas conversaciones y los pedidos de café a los que prestamos atención lo que crea un ambiente en el que los huéspedes se sienten bienvenidos. 

¿Tiene planes para seguir participando a largo plazo cuando cambie su agenda? ¿Cómo lo ve?

He reflexionado mucho sobre esta cuestión durante mis 7 meses de voluntariado en el banco de alimentos. He creado una rutina constante que ahora forma parte de mi nuevo horario semanal. Cuando me incorpore a mi próximo trabajo, estoy segura de que podré trabajar con mi jefe para crear un horario que me permita seguir colaborando con el banco de alimentos.

Ballard Food Bank